Abril 18. -A las 9 1/2 salimos. Despedida en la fila.- G. lee las promociones. El sargento Pto. Rico dice: "Yo muero donde muera el G. Martí". -Buen adiós a todos, a Ruenes y a Galano, al Capitán Cardoso, a Rubio, a Dannery, a José Martínez, a Ricardo Rodríguez.- Por altas lomas pasamos. Seis veces el río Jobo.- Subimos la recia loma de Pavano, con el Panalito en lo alto y en la cumbre la vista de naranja de china. Por la cresta subimos... y otro flotaba el aire leve, veteado... A lo alto de mata a mata colgaba, como cortinaje, tupido, una enredadera fina; de hoja menuda y lanceolada. Por las lomas, el café cimarrón. La pomarrosa bosque. En torno, la hoya, y más allá los montes azulados, y el penacho de nubes. En el camino a los calderos, -de Angel Castro- decidimos dormir, en la pendiente. A machete abrimos claro. De tronco a tronco tendemos las hamacas: Guerra y Paquito -por tierra. La noche bella no deja dormir. Silva el grillo; el lagartijo quiquiquea, y su coro le responde; aun se ve, entre la sombra, que el monte es de cupey y de paguá, la palma corta y espinada; vuelan despacio en torno las animitas; entre los nidos estridentes, oigo la música de la selva, compuesta y suave, como de finísimos violines; la música ondea, se enlaza y desata, abre el ala y se posa, titila y se eleva, siempre sutil y mínima -es la miríada del son fluido: ¿qué alas rozan las hojas? ¿qué violin diminuto, y oleadas de violines, sacan son, y alma, a las hojas? ¿qué danza de almas de hojas? Se nos olvidó la comida; comimos salchichón y chocolate y una lonja de chopo asado. -La ropa se secó a la fogata.
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“Pasan la noche del día 18 y a la madrugada se levantan. A las cinco de la mañana emprenden la marcha en dirección de "Pozanco". El recorrido entre estos dos lugares se hace por unos trillos bastante malos, y, como a unos 3 kilómetros, de Palmarito se comienza el descenso de las lomas. Una vez que se ha bajado de éstas, se continúa por un camino llano que serpentea sobre el río "Los Calderos" al que atraviesa más de veinte veces.
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“Se pasa por el lugar donde las fuerzas cubanas mataron a Jacahüita, traidor a los revolucionarios de 1868, y encontrado más tarde por los de 1895, quienes le aplicaron un ejemplar y merecido castigo. En este recorrido se cruza por los lugares conocidos por "La Iglesia" y los entronques de los caminos de "Imías" y "Pozanco" y al pasar cerca de las lomas "Imías" y "Serafines" se vadea el río "Yacabo" y el recorrido se hace atravesando montes firmes sin que se encuentre una sola vivienda en todo el camino.
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