Y todos queremos ser más interesantes. ¿Se puede alcanzar la satisfacción total en la pasión? o ¿Se va a acabar el mundo pronto? Buenos temas de conversación en las reuniones familiares y entre amigos. Aquellos que se atrevan a hablar, se roban la atención. El taoísmo nos puede ayudar en la primera pregunta. Y es muy probable que el mundo se acabe algún día. Claro está, no hay quien pueda responder concretamente. Lo que tal vez no sepamos es que quizás ya alguien haya descifrado estos enigmas y muchos más.

Si desea puede estudiar una de esas doctrinas orientales, de allá de la China o el Nepal, y tratar de “descubrir” lo que los maestros ya dominaron. Porque estas personas no sólo escribían bonito, también eran maestros del pensamiento. Cada uno aportando un detalle más a nuestra colorida literatura.

Podemos seguir buscando, como si fueran tesoros, las respuestas a nuestras inquietudes. Tratar de analizar el porqué de todo. Ser curioso es bueno, por lo menos nos hace interesantes porque tenemos intranquilidad. Pero, ¿qué tal, si pudiéramos empezar la búsqueda teniendo los conocimientos de muchos sabios? Sería como si tuviésemos un baúl lleno de joyas. Eso es nuestra literatura, un baúl lleno de detalles esperando ser descubiertos una y otra vez.

Claro, esto es sólo un empezar, que realmente no tiene terminar. Un despertar en un mundo de ensueños y realidades. Vivir la dualidad de la ilusión y la materia, del hechizo y el padecer, de lo divino y lo terrenal. Ir más allá, mucho más, de lo que nuestros sentidos nos anuncian haber percibido, llegar a palpar lo intangible. Esos detalles es lo que hay veces encontramos en nuestra literatura, escondidos entre línea y línea de un poema.

Pensamientos, ilusiones, ensueños presentados a través del habla. Sin romper la forma llevados a su máxima expresión bajo los rigores y limitaciones del idioma. Dichosos somos de tener una literatura tan abundante en detalles como lo es la nuestra.

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Última Revisión: 1 de Marzo del 2006

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