Escribirle es muy poco y me es imposible. Sofoco la indignación; pero me ahoga. La cobardía, y acaso la maldad, de López Queralta, escogido por Serafín Sánchez para guiar su expedición, entregó nuestro plan entero: nuestros tres barcos rápidos, salidos a la vez, para llegar casi a un mismo tiempo, con armas para 400 hombres. Acaso se salvará el cargamento. Pero hemos salvado más: la disciplina y el respeto de la Isla, asombrada de este esfuerzo, -y el cariño de las emigraciones, encendido con esta villanía patente. -Ahora, a otras formas. Se nos espera, -y será. Yo no miro a lo deshecho, sino a lo que hay que hacer. -Velo por la salvación del cargo, -doy a Cuba, en una rápida gira por la Florida, prueba del temple renovado de la emigración, y vuelo-con el virtuoso Mayía -a ver a Vd. De viva voz le hubiera explicado un mensajero el increíble suceso, la increíble e indudable entrega: pero aun no está seguro el valiente joven, y no debe enseñarse por N. York.
|
En cuanto a lo nuestro, el rumbo varía, y la hora: no la situación feliz, más firme por la prueba visible de nuestro esfuerzo. -Sé lo que hallaré en Vd. Abrace a su casa y quiera a su
|