Mi carta está hoy en la que le escriben conmigo nuestro amigos Mayía y Collazo, y en el documento incluso, escrito luego de pensar bien todos los detalles de nuestra situación, y en especial de la de Cuba, de la que trae Collazo, los detalles minuciosos, y de hombre sensato, que acá hubiéramos podido desear. Escribirle yo más, seria repetir lo que ellos le dicen, y ven con sus ojos. De todas partes continúa la demanda angustiosa de nuestra actividad de adentro y de afuera. Todo se ha podido hasta ahora sujetar, sin desorden ni razón de queja, pero ya hubiera sido imposible sujetarlo más. Afortunadamente, y por mano que parece superior a la nuestra humana, todo se combina a su hora, y a la vez que las medidas que se esparcieron sobre Cuba para contrarrestar la intriga de demora, -la de algunos en Camagüey y otros en Cuba, -contenía allá adentro el desbande amenazado y nos servía para mudarlo en orden mayor, acá afuera nos reuníamos Vd., en la muy querida y eficaz persona de Mayía, Cuba, por el noble Collazo, y lo que depende de mi. Distancia, tiempo, confusión, todo se ha vencido a la vez, de aquí, ya ve Vd. lo que va a Cuba, y los tres grupos de ayuda, debidamente escalonados, se combinarán con esas instrucciones. Vd., -con su ojo seguro,- medirá los resultados. Tan felices andamos, que el grupo que se nos pudiera torcer, el de Costa Rica, quedó, sin intriga alguna, de tal modo trabado que naturalmente ha venido, e inevitablemente, a caer en Flor por si Maceo, por la herida o la persecución, no pudiese ir. En el otro grupo -S y R, -hay el mismo vivo entusiasmo, y ya a esta hora parece salvado lo que a mí mismo me parecía imposible salvar -el escándalo de la concentración. Angustias, he de tener y tengo, pero las venceré todas, y son ya pequeñeces. De nada me quejo y sólo siento ternura y pureza en el corazón. Y orgullo de tener cerca de mí, en esta hora de prueba, a almas tan enteras y leales. De los cables, ya nada le diré. Hecho el giro, según la carta por Mayía, vino la del Saguinau, y mi cable, y al fin el de Vd., que recibimos juntos los tres, con muy vivo cariño. Me pareció verle cerrar los ojos, bajada la cabeza ante quien todo lo manda y premia la virtud y entregarse al destino, que esta vez no parece abandonarnos, Lo demás, queda ya al cable, y a la mar. -Abrace a Pancho, a la casa toda, -y quiera a su amigo
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