Desde su desembocadura hasta la Avenida 22 realmente, excepto por los astilleros próximos a la Avenida 12, no se ven muchos barcos en el Río Miami. Se ven varios yates, algunos de buen tamaño, pero son más bien naves de paseo o placer. Pasada la Avenida 22 el Río Miami se convierte en el segundo puerto marino de Miami y se empiezan a ver barcos de carga capaces de navegar por alta mar arrimados a las orillas del río. Al principio no parecen corresponder allí estos barcos, pasada la Avenida 27, somos nosotros los que no correspondemos entre tantos barcos. Nos dicen que anualmente el comercio de estos barcos alcanza los cuatro mil millones de dólares.