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Mis padres duermen - Versos de José Martí. Bandera de Cuba.

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José Martí
Mis padres duermen
Versos



Mis padres duermen...

Mis padres duermen
Mi hermana ha muerto.

Es hora de pensar. Pensar espanta,
Cuando se tiene el alma en la garganta.

¡Oh, sueño de los pobres,
Los ignorados héroes de la vida,
Los que han sólo en la ruta sin medida
Cielo negro, sol puesto, aguas salobres!

¡Oh, sueño acongojado,
Por el futuro mal interrumpido
Por el presente mal sobresaltado!
­Pues tu víctima soy, mi cuerpo toma:
Allá se van los miembros al verdugo:
Envilécelos tú, -tú me los doma,
Y pues, -cobarde al fin- acepto el yugo.
Sélo digno de mí, sélo tan fuerte
Que llegue pronto, por tu peso hundido,
Al más lejano yugo de la muerte!­

Y tal puedas en mí, que -escarnecido-
­Por mi impotencia vil, házme tu imbécil,
Pues hacerlos de paz aun no he podido.

Ellos tienen las canas en la frente,
La noche del amor en la memoria
Y en la faz una lágrima caliente
Y un caliente cadáver por historia.

Ellos la oyen gemir, con ese extraño
Oído paternal, que oye y escucha
Más allá de las tierras del engaño
Donde el espíritu con el cuerpo lucha;

Ellos saben la voz que se levanta
Y en los misterios de la noche breve,
Y conocen el árbol en que canta
Y adivinan la rama en que se mueve!

Ellos la ven de la apartada huesa
Alzarse blanca, embellecer la vida
Y sienten el instante en que los besa,
Y en que en su corazón está dormida!

También es noche ahora­
Y ella riega la tierra que la cubre
Con el llanto de amor que por mí llora!

¡No está, no está! Las hojas que gimiendo
Grabé en dolor, -por sus miradas bellas-
­Abiertas miro aquí, como diciendo
Que el ángel que las vio partióse dellas.

Y el pensamiento mismo que en una hora
Amarga le envié, cabe el vacío
Limbo, amarillo y pálido está ahora,
Como el desierto pensamiento mío!

Ella el lenguaje hablaba misterioso
Del sueño y la oración: -ella tañía
En el arpa del ángel silencioso
El canto aquel que el ángel prefería!

Y allá en la paz en que la vida es bella
Y la luna y el sol alumbran la fortuna,
Yo un rayo de aquel Sol sentíme, y ella
Otro rayo también de aquella luna!

Ella nació con flores en la frente;
Ella brotaba luz de su cabeza,
Y en sus brazos dormía blandamente
La Virgen sin color de la pureza.

¿Dónde es la Virgen ida
Si ella, su dulce hermana, es ya partida?
Yo vi cómo arrancada
Por mano vil del tallo, y deshojada,
Murió de desconsuelo
Y de perdido amor una flor blanca;
Así mueren los ángeles del cielo
Cuando al cielo la tierra los arranca!

Aquella rosa pálida encendida
En su mejilla en que la paz se jura;-
­Aquella claridad suave esparcida
En el tenue redor de su figura;-

Y aquel párpado azul en que dormían
Las alas del amor -eran de duelo,
Lágrimas y de luz, que en sí vertían.
Memorias de su amor perdido al cielo!

De su perdido amor.­
Ella sabía
Las mañanas de sol, -tardes azules,-
­Noches en que la madre tierra fría
Con reflejos de Sol la amante Luna
Acaricia y esplende todavía,
Y supo bien los cantos del martirio
Y las hirientes trovas de la pena,
Y la manera con que gime el lirio
Y el modo con que llora la azucena!

Y cuando en el misterio de la tarde
La madre-flor su seno al aire abría
Al beso postrimer del Sol que aun arde,-
­Ellos la amaban, -ella lo sabía­-

La tierra la quería
Como quiere a los niños la mañana:
Era hermana de Sol, y era mi hermana,-
­Pero en la tierra vil se me moría!­

¡Oh, como está lo vivo
De muerto y agotado!
Y oscuro el Padre-Sol, y yo cautivo
Del más mezquino afán, de ella alejado!

¿Verdad que tú me besas
En las que amaste míseras mejillas?-
­¿Verdad que están impresas,-
­En este altar inmenso de la tierra,-
­Tus rodillas al par que mis rodillas?

Pues nos vimos los dos en aquel rayo
De una luna y de un Sol, y el mismo día...
Y eras tú del crepúsculo el desmayo
Y el vigor era yo del medio-día;­

Pues tu ser y mi ser tan juntos fueron
Que cuando no alentamos,
Con unas mismas lágrimas lloramos
Y en una misma fosa se cayeron;
Pues es verdad que al punto en que moriste
Contigo yo morí, -y a tí la tierra

Atmósfera formó, y a mí más triste
Atmósfera fatal, cubre y encierra,­
O vuelve tú a mi lado,
O llévame a tu mundo en ti encendido.
O mucho tú has dormido
O mucho tiempo ha ya que he despertado!

¡Oh, madre, que la ves de la honda huesa
Alzarse blanca, embellecer la vida,
Y sientes el instante en que te besa
Y en que en tu corazón está dormida!
¡Oh, labios, que el postrer aire gozaron
Que sus vírgenes labios respiraron!-

¡Oh, brazos de mi padre --todo aquello
Que la palpó y la vio, -cuando por verla
Para mi corazón es ya tan bello!­
¡Oh, rayo de la luz, que aquella perla
De divino dolor, al cielo abriste!­
¡Oh, destello del Sol, que en tí tuviste
Con su postrer adiós, mejor destello!

Decidme como ha muerto;
Decid cómo logro morir sin verme;­
Y -puesto que es verdad que lejos duerme
­Decidme cómo estoy aquí despierto!-




México, 28 de febrero de 1875.
La hermana a la cual se refiere Mastí es Mariana Matilde, “Ana”, que falleció el 6 de enero de 1875 en México.
Estos versos fueron publicados en la “Revista Universal”, México el 7 de marzo de 1875.



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Última Revisión: 1 de Septiembre del 2007
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