Damisela Poesía I - Yo soy un hombre sincero - en los Versos Sencillos por José Martí.

José Martí - Versos Sencillos - Yo soy un hombre sincero. Bandera de Cuba.

Versos Sencillos
 Yo soy un hombre sincero
 Yo sé de Egipto y Nigricia,
 Odio la máscara y vicio
 Yo visitaré anhelante
 Si ves un monte de espumas,
 Si quieren que de este mundo
 Para Aragón, en España,
 Yo tengo un amigo muerto
 Quiero, a la sombra de un ala,
 El alma trémula y sola
 Yo tengo un paje muy fiel
 En el bote iba remando
 Por donde abunda la malva
 Yo no puedo olvidar nunca
 Vino el médico amarillo
 En el alféizar calado
 Es rubia: el cabello suelto
 El alfiler de Eva loca
 Por tus ojos encendidos
 Mi amor del aire se azora;
 Ayer la vi en el salón
 Estoy en el baile extraño
 Yo quiero salir del mundo
 Sé de un pintor atrevido
 Yo pienso, cuando me alegro
 Yo que vivo, aunque me he muerto,
 El enemigo brutal
 Por la tumba del cortijo
 La imagen del rey, por ley,
 El rayo surca, sangriento,
 Para modelo de un dios
 En el negro callejón
 De mi desdicha espantosa
 ¡Penas! ¿Quién osa decir
 ¿Qué importa que tu puñal
 Ya sé: de carne se puede
 Aquí está el pecho, mujer,
 ¿Del tirano? Del tirano
 Cultivo una rosa blanca,
 Pinta mi amigo el pintor
 Cuando me vino el honor
 En el extraño bazar
 Mucho, señora, daría
 Tiene el leopardo un abrigo
 Sueño con claustros de mármol
 Vierte, corazón, tu pena


José Martí
Versos Sencillos
Poesía I



Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.

Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.

Alas nacer ví en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros,
Volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquella que lo ha matado.

Rápida, como un reflejo,
Dos veces ví el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.

Temblé una vez - en la reja,
A la entrada de la viña,-
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca: - cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcaide llorando.

Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro, - es
Que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.

Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.

Yo sé que el necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto.-
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.





José Martí
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Última Revisión: 1 de Septiembre del 2007
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