Y con Juan de Dios, ¡pobre negrito Tomás!
¡Ah! Su recuerdo indigna demasiado para que me deje hablar mucho de él. Trabajo me cuesta, sin embargo, contener mi pluma que corre demasiado rápida al oír su nombre.
Tiene once años, y es negro, y es bozal.
¡Once años, y está en presidio!
¡Once años y es sentenciado político!
¡Bozal, y un Consejo de guerra lo ha sentenciado!
¡Bozal y el Capitán General ha firmado su sentencia!
¡Miserables, miserables! Ni aun tienen la vergüenza necesaria para ocultar el más bárbaro de sus crímenes.
Canten, loen, aplaudan los diputados de la nación. |