En la mayor ocupación le escribo, y con razón contento de nuestra labor, y de que vaya adelante sin obstáculos. A tiempo recibí las cartas y el cable y por fortuna con ellas la noticia de que lo más urgente a que Vd. se refería, que eran los veedores, ya se había arreglado ahí. Lo de la remesa de artículos a la otra punta no debe ir por vía de Vds., y no debe dudar de que quedará bien atendido. Otra cosa queda, y es el viaje de la familia, que hallará Vd. atendido bien y con tiempo a la hora necesaria. Ni sé qué me hago, cómo en tal estrechez y en tiempos tan diversos de los que Vd. conoció, se ha podido a pura ferocidad, llegar a tanto. No me regañe. No sea Vd. quien me angustie. Cuento los centavos, y tan de veras lo conozco a Vd. en lo más hondo y puro de su carácter, que sé, de seguro, que Vd. no se enoja conmigo, ni de paso siquiera, porque salve con estos cuidados mezquinos e indispensables una obra tan difícil. No cese de querer a su amigo
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