Damisela Carta de José Martí a Gonzalo de Quesada y Aróstegui del 19 de Febrero de 1995.

Carta de José Martí a Gonzalo de Quesada y Aróstegui. Bandera de Cuba.

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José Martí
Gonzalo de Quesada
Cartas de José Martí



Santiago de los Caballeros, 19 Fbro 1895


Mi Gonzalo querido:


Montamos a caballo en Montecristi el 11 de este mes, por caminos y a jornadas que no nos permitieron escribir por el New York: pero ahora, de vuelta a Montecristi, y con el corazón ya más ligero, nos detenemos unas cuantas horas en Santiago, para escribirles por Puerto Plata, y seguir viaje. Lo primero, y lo mayor, es esto: por error de concepto, imposible de desarraigar, prefiriendo la sucesión en los dos golpes a la conjunción de ellos, que preferiría yo, podía peligrar nuestra obra, o demorarse, si por irresolución, o temor, o consecuencia de ese error de concepto, demora la Isla; pero, a esta hora ya, y vadeadas desde aquí en todo lo posible las dificultades de la distancia, y de las formas necesarias pª la confianza plena del interior, y del sigilo acá, no parece que, -si encaja bien, como espero, la remesa ahí pedida por cable, -deba haber aquí dificultad ni tardanza. Compuesto ya a esta fecha lo necesario a este fin, -y por dos lados, contra el caso improbable de fallo en uno, -volvemos a Montecristi, a aguardar de Vds. y de Cuba. Acaso yo, para despistar, -sin miramiento por mi cuerpo, -me eche al camino otra vez, luego de asegurado lo que pende aun, pª una visita a la capital: cinco días a caballo. Si no, escribiré tendido en Montecristi, que será lo mejor, para dejar afuera bien abiertos los caminos por donde deben vaciarse, fáciles y crecientes, los recursos, y el modo de emplearlos con seguridad periódica, cuyo servicio queda ya casi enteramente organizado. De aquí, eso es la sustancia. ¿Y de allá?


Le hablaré de los cablegramas. El del miércoles 13: Ready etc., en repuesta al mío. El encargo, sólo llegó a mis manos en Santiago el domingo por la mañana, cuando yo, muy ansioso, me preparaba, a pesar de los riesgos del paso, a pedirles acuse de recibo: pero como en ese cablegrama me pedían en la 4ª palabra, o me pareció q. me pedían, instrucciones, que yo había dejado en 2º cable de M. Cristi para aligerar el 1º, creí que, por cualquier causa indescifrable -por esto que de aquí sin denuncia no podemos usar el telégrafo interior -no habían puesto a Vds. el 2º cablegrama, y decidí repetirlo: luego, por carta de M. Christi, vi que el cable de Vds. estaba allí desde el Miércoles; y que probablemente ya habían recibido, cuando la respuesta Ready etc. llegó a mí, el 2º cablegrama Mausoleum P etc. Ahora ¿hallaré en Montecristi de Vds. el anuncio de la entrega? Lo anhelo. Ayer martes pudo salir de New York el Clyde. Así se anda, como Vds. han andado. El que no falla, convida y obliga a los demás a no fallar. Acá, no he hallado obstáculos, sino cariño, buena suma aun salvada, y voluntad y facilidad: hallaría obstáculo invencible, que por tanto no promuevo, en la idea, a mi juicio no desatendible, y esencial tal vez, de confluir lo nuestro con lo de adentro; pero no lo hallo, de ninguna especie visible, en irlo agrupando todo, de modo que esté a punto de caer sobre la isla alzada. Y acá es todo difícil, porque cada paso crece y resuena: un comisionado importantísimo, que sale hoy a Cuba, no ha podido ir sin que por escrito lo diga así el General Gómez al gobernador, antes de q. este le concediese el pasaporte. Ayer fue un día hermoso, de buenas almas. Volví a abrazar a Mayía, que no cesa, ni permite. Trabajamos bien, valió el viaje las 10 leguas de ida, y las de vuelta. Llegará allá el eco, con la visita -no muy inmediata- de un hombre bueno, de un eje. Y ayer fue cuando recibí el cablegrama de V. sobre Julio: ¡con qué deseos espero carta de Vd! He capeado, con la verdad como siempre, la dificultad que el cablegrama denuncia: respondí ya: Resisbless etc.: (Return commissioner assuring brother command reserved him). Aquí incluyo carta a J. G. Otras han ido por otras vías. Ese caso estaba previsto. Vd. habrá mandado a julio mis dos cartas, las q. escribí por el camino a la venida. Prudencia sin desaire, con sincero propósito de confianza plena al fin. Vds. por esa vía, nada concreto. Ni a nadie: a J. G.-si se sigue escribiendo (como q. eso va escrito)-la indicación general, q. encierra la realidad, y no la revele. P• Juan recibirá Vd. el otro cablegrama: Tell Smith.


Lo de Maceo, sólo por cartas, cuando V. me cuente lo del magno viaje a la Florida, lo podré atender. Lo que el cable dice, es imposible e innecesario. No haya pena. Este es tiempo virtuoso, y hay que fundirse en el. Luego caerán sobre mí las venganzas. Bueno. El comerciante en poder compra del dinero público las simpatías venideras que lo deban encumbrar. Mi poder, invencible y humilde, no necesita de compras. Mientras más lo ofendan, mejor florecerá. Está en desdeñar la autoridad mundana, en echármela al hombro cuando da sudor de muerte, en salir de ella huyendo, a vivir de mi pan, y a que me den Vds. un domingo de comer, entre Angelina y Aurora. Vea quien puede quitarme este título, sino el faltar a la obligación de hoy por ambiciones de mañana. Ya Vd. sabe que llevo los ojos claros por este camino sangriento: si me dejan poner vivo el pie en nuestro país ¿quiere que le diga desde ahora cómo y de quiénes, uno por uno, será la campaña, implacable, de la codicia burlada, del miedo de no ser ayudado de mí en el apetito del poder, del desamor natural en ciertos hombres a una honradez más enérgica que su tentación? Viejos y jóvenes, de una región y de otra, odiándose entre sí, y sólo unidos en celarme, se están ya afilando los dientes. Aquí está la carne. Mi gusto está en el deber, y en cumplirlo sin fatiga y sin ira: y en tener en Vd. un hijo. ¿Quién me quitará, en la pelea rabiosa de los hombres, ese tierno remanso? En esto como en todo, Gonzalo, cuando esto sea útil, al país, y se nos pudiera acusar de quitarle un brazo bueno por el valor de un higo: pero no seremos aturdidos ni precipitados.


¿Qué más, que le interese? No pasa hora sin que hablemos de Vd. y de Benjamín, de Tomás Estrada y de la casa de Carmita. Acá todo es contento y fe en Vds. ¿Y Patria? ¿Y las reuniones de N. York y Filadelfia? ¿Y el concierto? De todo, grande y pequeño, me traerá el Clyde. Yo, andando por los caminos, siento a veces que llevo más floja la brida en las manos: y es que me acuerdo de aquel último instante que vi pena de cosa mía en el rostro de Angelina, y calló Aurora en su hombro, como amorosa y sobrecogida, y le vi aun más nobleza al alma recta y entusiasta de Lucianita, y toda su amistad al corazón bueno del Doctor. No me lastime a Angelina, ni con una flor. Es raro en el mundo, y entre las mujeres de este mundo, hallar en tan pocos años, cualidades venerables. ¿La volveré a ver? Vamos de frente y acaso no vuelva; pero siento alrededor de mí su presencia benévola y pura.


Adiós ahora. Perdone, en nuestras cosas, cualquier falta ajena. Haga y perdone. Hacer, es el único modo eficaz de responder. Sólo empujan el ejemplo y el éxito. Vallas a la picardía, y magnífico silencio a los pícaros. Y a los arrepentidos, paz lenta y decorosa: ni la arrogancia del vencedor, ni la confianza sólo debida, en justicia y prudencia, a aquellos que no tienen culpa grave y voluntaria de qué arrepentirse. Por la piedad inmoderada suele entrar, en los hombres y en los pueblos, la desdicha.


Adiós de veras. Esta carta va de sermón porque un zapatero, que está disimulando unas suelas, me da media hora de respiro: y con Vd. se me pone el alma charlatana. ¿Toma Angelina su vino Delaroche? ¿Aurora pasea? ¿Dejé en Lucianita alguna buena memoria? ¿Merezco aun la defensa valiosa, y valerosa, de mi sincero Doctor? A Vd., mi orgullo. Y mi encargo de que en nada se trasluzca mi actividad por estas tierras, o la posible utilidad de ellas. Que crean que vuelvo. Nada ahora para nosotros, -ni decirnos que nos queremos, -porque va mejor sin decir, y porque no es nuestra ahora nuestra persona, y hablar de sí mismo parece un robo. Un gran cariño de


su

J. Martí


Urge la adjunta a Juan Gualberto Gómez (Pª el vecino) Concepción Román.


Sitios 95.


No está de más, por si ha habido algún trastorno, que, si el trastorno ha sido de nuestra parte ahí al embarque, diga que lo que deseé significar con mi 2° cable de M. Cristi, repetido en parte desde Santiago luego, fue que las cajas, bien disimuladas, debían marcarse con una P (Poloney) y ser enviadas simplemente, sin necesidad de expresar remitente, o inventándolo, p° evitar misterio, a la casa de Klindworth, para Mr. Poloney. El reside en M. Cristi, pero las cajas no vienen a M. Cristi. La casa sabe. Ojalá no haya habido trastorno. De Santiago no pude decir las señas de Klindworth, por no haberlas yo sabido nunca: las dejé en blanco, la noche de salida de Monte Cristi, pª q. al poner el cable las llenase al día siguiente. Lea todo esto a Benjamín, y el le leerá su carta. Allá van súplicas pª los dos.





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Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
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