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José Martí |
( 1853 - 1895 ) |
José Martí es el Apóstol de la República de Cuba. Después de innumerables intentos patrióticos por independizar la isla de Cuba del Imperio Español, Martí organizó la guerra que lograría lo imposible. Menos de 30 hombres - pobres ya, con carabinas de un sólo tiro, varios revólveres y muchos machetes - vencieron un ejército profesional de más de un cuarto de millón de soldados. Tal ejército disponía de las armas más modernas y potentes del momento, además de una gran reserva adicional de hombres. Esa guerra costó sangre, mucha sangre, incluyendo la vida del Apóstol. |
Por eso se le tiene en un pedestal donde quiera que haya un cubano. Pero, no es de José Martí el héroe del que vamos a tratar aquí. Es Martí el autor a quien exponemos. No en todo su esplendor, ni tampoco profundizando mucho en su filosofía, aunque, ¿quién sabe? Tal vez, con el tiempo, algún día logremos llegar a ese mundo ideológico tan bello con el que él soñaba y que a través de sus palabras aun nos presenta el camino. |
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En la prosa, la forma de Martí se destaca por la claridad y musicalidad de su narración. Adoptó el criterio de que cada palabra tiene que justificar su uso en la oración. Desde muy joven demostró ser un verdadero maestro de la descripción. En la poesía, la musicalidad es asombrosa, tanto que sus Versos Sencillos se le incorporan a la canción La Guantanamera sin tener que hacerle ningún arreglo. |
Tocando brevemente su filosofía, Martí nos instruye en tres temas fundamentales. Primero, y a corto plazo, la libertad de su patria, interés por el cual ofreció su vida. El segundo, la fraternidad entre los pueblos hispanos es esencial para la subsistencia y desarrollo civil, económico y cultural de estos. El tercero y más profundo, el “mejoramiento humano” no debe ser contemplado como una probabilidad sino como una realidad y por tanto debe ser enfatizado en nuestra civilización. Como parte de este último nos demuestra su inquietud publicando La Edad de Oro, un patrón ejemplar en la enseñanza propia de los niños y “las niñas, por supuesto”. |
Fue admirado por los más grandes escritores de su tiempo. Manuel Gutiérrez Najera lo idolatraba y Rubén Darío lo declaró su padre. Martí, orgulloso, le correspondió aclamándolo como hijo. Con razón todos le respetaban y adoraban, Martí abrió las puertas al camino que ellos después tomarían. Liberó la literatura de la pedantería a la que el Romanticismo se había encaminado. |
Debemos hacer relucir un detalle que muchos no han sabido interpretar. Martí no luchaba ni contra España ni contra el Romanticismo. Sus enemigos eran los abusos y excesos de ambos. La injusticia personificaba en el Imperio Español y la incapacidad literaria de los románticos del momento causó que el Apóstol pusiera en marcha las revoluciones que aplicaron los puntos finales a los dos. |
José Martí |
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