Damisela Carta de José Martí a Gonzalo de Quesada y Aróstegui de Febrero de 1995.

Carta de José Martí a Gonzalo de Quesada y Aróstegui. Bandera de Cuba.

José Martí
 La Edad de Oro
 Ismaelillo
 Versos Sencillos
 Versos Libres
 Versos
 Crónicas y Ensayos
 Discursos
 Presidio Político

 Críticas y Comentarios


Epistolario
Gonzalo de Quesada
19 de Octubre de 1889
Abril de 1892
8 de Septiembre de 1892
Febrero de 1995
6 de Febrero de 1995
18 de Febrero de 1995
19 de Febrero de 1995
Marzo de 1995
1 de Abril de 1895


José Martí
Gonzalo de Quesada y Aróstegui
Cartas de José Martí



Febrero /95.


Mi Gonzalo querido:


¿Y su adorable Angelina, y su fina Aurora, y mi noble amiga Lucianita, que es de la raza superior que saca en salvo de la vida el entusiasmo, y mi Doctor sincero y hospitalario? Hicieron bien en darme casa en aquellos crudos días, porque he quedado esclavo de ella. ¿Y dónde, sino allí, se me hubiera podido calmar la ansiedad? Va veloz el vapor, sin duda a nueva agonía mía, que harto sé y temo; pero amo, siento, dulcemente, el bálsamo de aquella amistad. Ver pena es bueno, porque nos hace creer, y nos aviva la capacidad de consolarla. Pero ¿quién me hubiese aliviado la mía con tanta delicadeza como Vds? De lo verdadero se habla poco: yo callo, acaricio desde aquí esas manos generosas, les pido que a la hora del cariño me busquen con los ojos a su alrededor, como si debiera estar yo allí, y más cerca a la hora de la pena, -y acá, en la corta y severa familia de mi alma, pongo del lado del tesoro esta nueva obligación. -Veánme siempre andando por la casa querida, y quiérame siempre, de cerca o de lejos, que de la amistad impalpable es la fuerza, y contra el mundo sutil del desamor; -en la pelea invisible en que va revuelta nuestra vida, -hay que ir levantando fortalezas de cariño. Creo en el poder de las almas, y en el empuje que de lejos da al brazo mi pensamiento cariñoso, -y en la esterilidad del corazón abandonado. Miren a lo que tengo que vencer, -y enséñenle mi nombre a Aurora. ¿No me sienten en la casa, apegado, presente, resuelto a no irme? Si vuelvo, para nuevas luchas, recíbanme con una sonrisa. Si no vuelvo, será la hora de enseñar a la niña a que junte sus manecitas para que vuelva a los cobardes el valor, y junte yo a los hombres en la paciencia y la piedad.


Ahora nosotros, mi hijo Gonzalo. Pero no de nuestro cariño. Silencioso es mejor. Toco en Fortune Island, y quiero dejarle estas líneas.


Mañana a Cap Haitien. De allí en bote a Montecristi. De allí, acaso a caballo, a lo que haya que hacer, que yo sé lo que es pero tal vez sea menos de lo debido y posible, o más lento y diverso. -O de frente, -o con pensamiento nuevo, y sin q. se me apague la luz vuelvo a realizarlo. ¿A qué minuciosidades, e instrucciones nulas, a tanta distancia? Todo está en mi mente como cuando salí. Fío en q. a la Haba. pudieron ir los $400, -y q. entre Fraga, D. Tomás, Castillo y su padre y Emilio, o quien usted piense, se habrá cubierto la transacción del Amadis -q. Rubens habrá obviado cualquier dificultad con Borden, o Vds. atendido como se pueda a libertar y recobrar el cargo. -Benjamín lo habrá recibido, y acaso puesto en las manos que dijimos, o totalmente fuera de más noticia que la nuestra, que es tal vez lo mejor, aunque no es de ahí por cierto de donde fue especificada la noticia exacta de las 146 enviadas al Pennsylvania. -Eso es lo principal. Lo demás, ayudado del sagaz consejo y mano rápida de Benjamín, ya V. lo tendrá en cauce. Dé sobre lo hecho. El periódico es la vida. No deje caer los hilos levantados. Dos notas hay que acentuar incesantemente en Patria, -el convite continuo a los españoles, -y lo q. importa aún más que esto, la declaración continua de que, -sea cualquiera la aspereza cariñosa con que el deber superior de la unidad cubana haya denunciado en el instante necesario la condescendencia excesiva, y la inútil timidez, -jamás sea osado nadie a creer que pueda haber mañana en la hora del esfuerzo común, el menor recelo, la menor censura, la menor lejanía, la menor reminiscencia de amargura, la menor arrogancia fraticida de prioridad de parte de los cubanos confesos de la revolución con los cubanos tácitos, -con los autonomistas. Desechen ese temor, que nunca, -honradamente, -tuvo el más preocupado, ni pudo tener. Echese del falso miedo a quien lo finja, y por el ponga obstáculo a venir de lleno a nuestra acción, con la cubierta del temor de hallarse en ella con enemigos: Enemigos, sólo de la soberbia incapaz, de las preocupaciones inconvenientes y destructivas de la acumulación sorda y funesta de las vanidades codiciosas e infecundas de la escisión y apartamiento imprudentes entre los factores inevitables, y amalgamables, de la sociedad cubana. De eso, sin ira contra las personas, ni pelea sino con esos vicios sociales, todo cubano constructor ha de ser enemigo. ¡Pero a tierra, de un revés, la desvergüenza, urdida en la sombra, de que esta revolución, toda amor y cemento, toda previsión y piedad, aborrezca o rechace o vea con desdén a los que aun ayer se llamaban cubanos autonomistas! Y esa nota, un día y otro, -con fe en nuestra obra,-dando recio al soslayo contra aquellos defectos destructivos, pero de modo que resplandezca el cariño. -Y póngalo de manera que se sepa que ese fue siempre, y es ahora, mi modo de pensar. Vd. hallará modo pintoresco y ferviente de decirlo. -Por ahí no se nos espera, y ese argumento se va a hacer.-Hay que asomar por ahí, antes de que aparezca el argumento.-De eso, mucho a la Habana. Que vean que eso es esencia; y prédica constante, de nuestra doctrina.


De lo demás, Gonzalo. Solo esto: Vd. me habrá mandado cuanto haya podido. Yo lo empleo, o me vuelvo con ello, y el alma atravesada, o acaso contenta, a algo inmediato, -o dejo esto aquí, -y vuelo, desnudo, a abrir otra rama. Aún no tengo qué decirle. Por si eso último ha de ser, y es lo que preveo, téngamelo encendido todo, -vea la fiesta ahí, -organicen en Filadelfia otra -que Navarro, ofrecido, no haya de tropezar con el ofrecimiento anterior de Agramonte: pero eso, si puede ser cosa mayor: si no, aplacémoslo, por si he de alzar otra vez al mundo, en el caso de la vuelta. -Y de métodos, calle. No dé vueltas excesivas en la mente a cosas q. se traslucen siempre, cuando la preocupación de ellas es demasiado constante. Créame. Sólo consigo mismo piense. Y haga, en eso de detalles, como si nada hubiera q. hacer. De todos modos, depende de lo futuro. Hasta aquí he escrito, y ya la cabeza se me niega. He escrito con dolor. Vamos bien; pero yo ¿cómo estaré bien? Las adjuntas a J. G. G. la suya, -y a J. C. la de Gener, con sobre a Mr. R. Truffín, cubriendo el de J., -y el de afuera a Mon. R. Truffín & Co., Obrapía 32, Haba. Cables a Anido. -Cartas, la misma a dos, Anido en Sto. Domo. y Dellundé en Cap Haitien.


Adiós, Gonzalo. Adiós a la casa. Y de V., aun siento en mí el calor de sus abrazos.


Su

J. Martí




José Martí
| Obras Literarias | Breve Cronología | Bibliografía |
| Gonzalo de Quesada y Aróstegui | Epistolario |

| Literatura Cubana | Autores Cubanos |
| Literatura Hispanoamericana |
| Detalles de nuestra literatura | Damisela.com |


Gracias por visitarnos


Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
Todos los Derechos Reservados

Copyright © 2007 by Mariano Jimenez II and Mariano G. Jiménez and its licensors
All rights reserved