En tí, al vuelo, junto en un abrazo a tus amigos jóvenes, que aun veo detrás de mí, con sus rostros resplandecientes, como una cohorte de hijos. Me los traje en el corazón, por bravos, por sensatos, por su radical y generoso pensamiento. Triste yo, si no he merecido quedar en el suyo. Le va el correo. Peleen, y piensen. El abrazo a Diego Palacios y a su h°, a Salcedo, a Castro, a Pazan, a tantos. Y a Mariano, y a tí, el orgullo con que ve encarnarse en Vds. valiente y cívica, a Cuba. Escriban largo a su
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