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José Martí |
El Pueblo |
Cartas de José Martí |
De acuerdo a Gonzalo de Quesada y Miranda en el Tomo II de sus “Obras Completas de Martí”, 1936, página 21: |
“Los discursos en cuestión fueron publicados en un folleto titulado: El 10 de Octubre en Nueva York -1887 -Discursos pronunciados-ante los cubanos de Nueva York-en Masonic Temple, por Enrique Trujillo, Serafín Bello, Rafael de Castro Palomino, Emilio Núñez, José Martí, Nueva York -The Bruno Publishing and Printing Company. -27 Beckman Street. -1887.” |
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Sr. Director de “El Pueblo”.
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Mi estimado compatriota:
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Acabo de leer la "Carta de Nueva York", firmada por un "corresponsal', en que se pretende dar cuenta a su discreto diario de la reunión de cubanos independientes el día 10 de este mes, a que fui invitado por los artesanos de Nueva York, que la promovieron, y que, por decisión del momento, me cupo la honra de presidir. Haber asistido a aquella reunión, y leer, sin saber a quien se debe castigar, semejante relación de ella!
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Conocedor del extremo de injusticia a que puede llevar la malignidad, y opuesto a toda exhibición pública que no crea yo indispensable a mi país, dejaría pasar en silencio esa "Carta de Nueva York", que es un acto de malevolencia increíble si no fuese en todo instante necesario que con su juicio libre y propio, sin rendir como esclavos su albedrío de hombres a desleales consejeros, sin someter cosa tan grande como a la patria a venenosas pasiones de corrillo, pueden formarse idea de cuanto se hace en pro de Cuba aquellos que con más fe la sirven, y jamás han dejado apagar el fuego en sus altares,-los emigrados de Cayo Hueso.
| El autor de la carta no ha contado con que los discursos del 10 de Octubre, recogidos esa noche de labios de los oradores, están para salir de las prensas. Por ellos podrá Vd., y cuantos como Vd. saben amar a Cuba, juzgar si los que hablaron esa noche, bajo la influencia de graves responsabilidades y en previsión de grandes tiempos y grandes peligros, son bufones indignos de expresar su pensamiento sobre los problemas santos de la patria, o son hombres leales de varias procedencias, profesiones y grupos, que asisten, con la prudencia necesaria para la grandeza, a la formación inevitable de las nuevas fuerzas revolucionarias del país, y en vez de impedir su desarrollo natural con una acción prematura que pudiera entorpecerla, se preparan a la grande obra próxima con el cuidado y respeto dignos de ella. "¡Tribuno!" "¡Grandilocuente!" Todo esto es odioso, todo esto es ridículo y pueril, cuando el que tenga esas condiciones no las emplee en el servicio público con el pudor y majestad, con la suprema pureza de que los hombres se han de investir antes de hablar y obrar en las cosas de la patria.
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Profunda es la pena que me causa ver que los esfuerzos encaminados, en largos años de modesta labor, a hacer imposible en Cuba el establecimiento de un gobierno en que no quepan, con la salud de la verdadera libertad, todos sus elementos y clases, sean juzgados, un momento siquiera, como favorables a la creación de una República de grupo, culpable y estéril. Pero mi objeto no es hoy condenar la política imprevisora que dejase de tener en cuenta nuestro natural indómito y nuestra educación republicana; sino declarar que, excepto en lo referente a la anexión, dicho, por supuesto, con palabras diversas, es absolutamente inexacto, en el espíritu, en la forma, en el orden y en los incidentes, todo lo que relata sobre la reunión del 10 de Octubre la "Carta de Nueva York."-¡Qué pena tener que desmentir a un cubano!
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A Vd., que lo es de veras, saluda su compatriota y servidor,
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José Martí |
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