Damisela Cartas de José Martí al El Avisador Cubano.

Cartas de José Martí al El Avisador Cubano. Bandera de Cuba.

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José Martí
El Avisador Cubano
Cartas de José Martí



Sr. Enrique Trujillo


Director de “El Avisador Cubano”.


Mi distinguido amigo:


Me preguntan algunos cubanos qué me parece El Avisador, y me parece tan bien que tomo ocasión de la pregunta para decírselo a V. en público, e irle con mi humilde pláceme premiando sus noblezas. Tan bien me parece, que no hallo persona honrada y previsora que no me lo alabe, y cuyas celebraciones yo no esfuerce. Tan bien, que no hubiera posible empezar más a punto, ni con más serenidad y tacto, la tarea generosa y prudente que requiere ahora la patria de sus amigos verdaderos. Solo son amigos de la patria los que saben deponer ante ella sus iras y sus tentaciones: solo sirve a la patria el que la obedece. El nombre de la patria es cosa que se roba, y se usa en ocasiones para acusar a los que más la aman. El Avisador Cubano, menguado de tamaño como es, precave tanto, lleva tanta hondura y propaga con tanta cordialidad, que por ese camino se irá a la victoria, o se templarán los males que pudieran venir de ella, o quedará preparada la campaña nueva, si se proyectase ahora una mezquina, y fracasara. Unos ven para ahora, y son los mas, y cuya vista alcanza menos. Otros ven para ahora y para luego, que es como se debe ver en las cosas de los pueblos, para quienes lo presente no es más que la manera de ir al porvenir. Estos que ven para hoy y para mañana, estos que ven lo que está debajo y oyen lo que no se dice; estos que no tienen en su sangre generosa espacio para el odio, y si abaten en guerra a un adversario, se apean de su montura, con riesgo de la vida, a restañar la sangre a que han abierto paso; estos que no guerrean para desolar, sino para fundar; para encender, sino para redimir; para excluir, sino para incluir; para aterrar, sino para juntar, éstos son los únicos que merecen aspirar al triunfo en un pueblo cansado de odio.


Yo no diré aquí, -porque de una carta sobre mi parecer acerca de El Avisador no he de tomar pie para enderezar errores ni castigar atrevimientos, -todo aquello que firmemente pienso, y mantengo sin ira, en la actual crisis gravísima de mi patria. Lo he de decir muy pronto; por que fuera de la verdad no hay salvación, y yo no puedo decir ni hacer cosa que no sea para beneficio de mi patria. Ella es la razón de mi vida. Si pienso, es para defenderla. Si soporto en silencio aparente una ofensa, es porque así la sirvo. Todo lo haré, todo lo noble haré sobre la tierra, para crear en mi país, un pueblo de hombres, por salvar a mis compatriotas del peligro de no serlo. Y, no quisiera para ellos guerras fanáticas ni libertades nominales. Yo no quisiera que se asentasen sobre rencores. Yo veo los caminos porque viene nuestro pueblo, y quisiera salirle al paso, para acortarle la jornada, y no ir contra ellos. Si vamos por donde quiere ir nuestro pueblo, vencemos; sino, nó.


Otros sabrán otra cosa: yo sé que para atraerse a un pueblo, se ha de hacer lo que le inspire confianza, y no se ha de hacer lo que teme. Cuando se sabe lo que un pueblo teme, y se quiere ganar su voluntad sin engaño y con grandeza, incurrir en los actos temidos es confirmar su miedo.


No quería hoy sino alabar a V., como de público es alabado, por la elevación de ánimo, la paz de espíritu y la abundancia de corazón con que defiende V. las soluciones patrias.


Atento a las voces del país, entiende V. que la guerra no es más que la expresión de la revolución, y que sin que ésta hubiese ya madurado no sería posible, y no puede ir, por tanto, contra el espíritu de ella, porque no tendría entonces su apoyo, o lo tendría de mala voluntad, lo que la expondría a vencer mal, o a ser vencida. Hemos de pelear, si de pelear se ha, de manera que al desceñirnos las armas, surja un pueblo. Si nó, no merecemos el honor de llevar las armas en pro de nuestra patria, ni tenemos el derecho de ir a conmoverla. En Cuba, de la experiencia y de la pobreza ha nacido un espíritu de paz que promete acortar la guerra y acelerar la victoria, si una y otra son dirigidas con atención a las necesidades del país y a los derechos fundamentales humanos; no por el capricho celoso y enteco. Quien no tenga en el alma grandezas reales; quien no esté dispuesto de antemano a postergar al bien de su país toda idea de fama o gloria propias; quien no tenga el corazón y la mente tan firmes como la mano, ésta para guerrear, aquella para precaver, aquel para perdonar a los que yerran; quien confunda con la gran política necesaria para la fundación de un pueblo una política de tienda de campaña o de antesala, ese no entra en la medida de los salvadores.


Por eso piensa de V. tan bien la gente sensata, que ve la guerra inevitable, por lo que quiere que se la prepare de modo que sea posible, y no de modo que se enajene voluntades, agravie y espante; la gente sensata, que no quiere estorbos en la hora del combate, pero pide juicio en la manera de disponerlo, porque se va a arrojar la representación del país, y si muere por ir mal dirigido, por dejar en duda a los que ha debido convencer, por mirar de lado a los que ha debido llevar en su corazón, por no reunir en una gran esperanza común todos los elementos visibles e invisibles dispuestos á, ella, con el combate que muere, el país muere. ¡Y, cuanto tenemos que pensar, y que defender, antes de permitir, por tenacidad o estrechez de miras, que en nuestras propias manos, y por nuestra propia culpa, se nos muera el país!


Estas penas me afligen, y me tienen sin reposo; ¿porqué costará tanto trabajo sobre la tierra el desinterés? o ¿por que lapidarán los hombres a los que defienden con más brio su decoro? ¿por que hemos de mirar como enemigo al que solo se aparta de nosotros para nuestro propio bien? Pues qué persona, qué pasión, qué ambición, qué fama personal, pueden en un hombre honrado más que el febril deseo, encendido perennemente como el sol, de servir bien a su patria?


A V. amigo mío, que no se exaspera con las injusticias, ni se aturde con los golpes, ni ve nada en Cuba que esté por encima del decoro personal de cada cubano, ni cree que con medios pequeños se pueda ir a cosas grandes, ni que excluyendo se funde, ni que envolviéndose en nieblas se inspire fe, ni olvida la manera de sembrar, a V. son debidas desde ahora las gracias de la patria.


Y las de su servidor.

José Martí

Nueva York, Julio 6 de 1885.




New York, noviembre 7 de 1888


Sr. Director de “El Avisador Cubano”.


Señor y amigo:


Ruego a Vd. se sirva dar hospitalidad a las siguientes líneas en El Avisador Cubano, en gracia del asunto patriótico a que se refiere y del agradecimiento anticipado con que lo solicita de Vd. su servidor y amigo.


José Martí


Señor y amigo:


Llega a mis manos publicada en un diario español, una circular del Sr. J. Fernández Ruz, sobre su participación en los asuntos revolucionarios cubanos, en la cual se alude a mí y a una reunión de cubanos en New York congregada para opinar sobre los proyectos de Ruz y aprovechada para tratar de dar organización definitiva y programa fijo a los partidarios de la independencia en el extranjero. El Sr. Ruz estuvo a visitarme una sola vez, acompañado del Sr. Beraza, el día mismo de la publicación de ese documento, y ni se refirió a él ni osó hacer a la reunión de cubanos ninguna de las inculpaciones que en él se hacen.


Las afirmaciones de la circular recibirán, sin duda, de parte de los cubanos a que se alude, respuesta plena y decisiva. Pero desde ahora creo oportuno declarar aquí, en nombre de mis compañeros de trabajo y en el mío, que el objeto y tendencias de la reunión de los cubanos fue radicalmente diverso del que el Sr. Ruz supone; que nada practicó en ella con el Sr. Ruz ni con nadie; que lo que aquellos cubanos determinaron hacer, se hizo; que ni aquella reunión de cubanos ni yo hemos tenido desde entonces noticia alguna de los movimientos y planes de que nos supone destructores.


Tan pronto como la imprenta lo permita, se publicarán los documentos que explican la relación incidental de aquella reunión de cubanos con el Sr. Ruz, y la obra que, independiente de él y de cuanto no sea patriotismo purísimo, trató de realizar, y acaso ha realizado.


Cumplido este deber, queda de Vd. agradecido servidor,


José Martí




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Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
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