Es muy difícil determinar quien empezó el modernismo, pero no quien lo terminó. Fue el uruguayo Julio Herrera y Reissig el último modernista, y el de lírica más modernista también. Criado con sumo cariño en un ambiente que sólo París podría superar, se tuvo que conformar con observar al mundo desde su Torre de los Panoramas, la azotea de la casa donde vivía. Desde aquella torre, que en realidad era su inspiración y no el edificio, fluyeron las poesías líricas más exquisitas que el Uruguay haya creado.

La poesía fue donde Julio Herrera y Reissig se distinguió. Bueno, se podría decir que logró dominar a la poesía, la obligó a hacer su capricho. Llevó al verso a su máxima expresión. En 1898 se empiezan a ver los poemas de Herrera y Reissig en las publicaciones literarias de Montevideo. Dos años más tarde su inspiración evolucionó del romanticismo al modernismo. Usó los temas de los modernistas, en los que se incluyen el erotismo, la nostalgia, y la innovación de la forma literaria. Libre de las doctrinas moralistas su pluma se tornó rebelde. Reinó la anarquía literaria, en el significado pero no en la forma, en sus composiciones. Y cien años más tarde, los críticos, incluyendo otros poetas, aun no logran interpretar con claridad muchas de las poesías de Herrera y Reissig.

Su personalidad pronto se volvió parte de su pluma rebelde y los rumores circularon. Algunos le acusaron de loco, otros de dandy, y él, se proclamó un dios. Que podemos decir, por algún lado tenían que estallar las frustraciones personales de este genio. Aunque nosotros lo vemos como expresiones de un sentido del humor no saciado, entretenimientos para poder soportar la desesperante monotonía del diario. Además de haber sido criado libre de los perjuicios de tener que mantener una apariencia, en su formación encontramos una excelente educación. No Montevideo, probablemente ninguna ciudad de esta tierra puede mantener preso a un talento como este, y la compañera no surgió hasta que ya era muy tarde.

Herrera y Reissig nació en Montevideo de una familia de buena posición económica, social y cultural. Lo bautizaron con el nombre de su tío paterno quien más tarde llegó a ser presidente del Uruguay. Transcurrió su niñez y adolescencia rodeado de lo que sólo se puede describir como un paraíso, pero la salud y la fortuna pronto se fueron alejando del poeta. A los 17 años tuvo que abandonar los estudios formales debido a sus enfermedades, cardiaca desde niño y tifoidea ese año, aunque no dejaba de leer todo lo que estaba a su alcance. La mayor parte de su vida, salvo una temporada en Buenos Aires y otras pocas en otras ciudades del Uruguay, la transcurrió en Montevideo. Su vida fue algo bohemia, pero dudamos que haya sido exagerada, durante la cual su salud fue de mal en peor y su poesía, de magnífica a única.

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Última Revisión: 1 de Enero del 2004	Todos los Derechos Reservados
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