La Personalidad de |
Delmira Agustini |
Hay muchos estudiantes de Delmira Agustini que aseguran una doble personalidad. Algunos aclaman que tenía tres. Otros han llegado a la conclusión que durante la redacción de sus composiciones era poseída por algún ser del más allá. Definitivamente se comportaba muy diferente a los sentimientos que desbordaba sobre el papel.
Ofelia Machado, en su formidable estudio publicado en 1944, realizó ciertas entrevistas con personas que tuvieron la dicha de haber tratado con la poetisa. Machado nos relata que todas aquellas personas coincidían en describirla como un modelo ejemplar de la conducta correcta. Seria y a la vez muy amable, respetuosa siendo atenta y cordial, honrada sin ser avariciosa, simpática pero no burlona. Hacia su madre era sumo su respeto y su cariño, dijeron muchos que era tal la obediencia que llegaba al punto de demostrar cierta sumisión.
Con respecto a sus relaciones amorosas, sólo se le conocen dos ocasiones donde definitivamente Cupido acertó sus flechas doradas. La primera terminando antes de empezar. De la cual la poetisa quedo emocionalmente desbastada. Y la segunda con el hombre que sería el amor de su vida y su muerte, Enrique Job Reyes. Con él fue al altar después de un noviazgo de varios años. Terminando ella la unión matrimonial a los veintiún días. Pero no la relación amorosa. El divorcio se desarrollaba en las cortes mientras la pareja continuaba como amantes en citas a escondidas.
Quizás Delmira haya sido la mujer más cerebral, y sin duda espiritual, en describir las cosas del amor físico. Sin embargo, basándonos en los estudios de varios autores de gran talento y cierta relación con Agustini, es muy posible que Reyes haya sido el único hombre en su vida. No fue por falta de pretendientes, dicen que además de ser muy bonita y tiposa demostraba una gracia en su porte que deslumbraba a los hombres. Y eso es sin tocar el tema de la elocuencia o la narración. El Uruguay, mucho antes del resto del mundo, ya aceptaba el divorcio y el respeto hacia la mujer como persona. Y la familia, a pesar de ser conservadora, era adoración lo que tenían con 'La Nena'. No existía nada externo a su persona que le impidiera actuar de la forma que ella quisiera.
Durante el tiempo que duro el divorcio, como ya mencionamos, se siguió viendo con su ex-esposo. También demostró una pasión mucho más avanzada en sus cartas personales y algunos de sus poemas, con cierto descontrol pero no vulgaridad y mucho menos desfachatez. Se le notó un recelo, no común antes de su matrimonio, hacia su correspondencia que era toda su vida privada. Aun así, no se ha confirmado ninguna cita indiscreta excepto a las que acudía con Reyes. Estamos seguros que si hubiera sucedido, la prensa lo hubiera encontrado y divulgado.
Dicen que redactaba de noche, a la luz de una vela. O en el parque, al que gustaba ir de paseo. Según los comentarios del hermano, que Machado nos proporciona, también cuando tocaba el piano. Era común verla parar de tocar para escribir apresurada un verso o un poema entero.
En “El Rosario de Eros” el editor hace un recuento, aparentemente dictado por la familia, de la vida de Delmira. Es cierto que se nota un poco propenso a la exageración sentimental, pero si leemos entre las líneas, podremos captar muchos datos de la personalidad de la poetisa. Tal recuento se titula RUMBO
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Última Revisión: 1 de Enero del 2004 |
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