Primero dije “hermanos” y les tendí las manos;
después en mis corderos hicieron mal sus robos;
y entonces en mi alma murió la voz de hermanos
y me acerqué a mirarlos; ¡y todos eran lobos!
¿Qué sucedía en mi alma que así marchaba a ciegas,
en mi alma pobre y triste que sueña y se encariña?
¿Cómo no vi en sus trancos las bestias andariegas?
¿Cómo no vi en sus ojos instintos de rapiña?
Después yo, también lobo, dejé el sendero sano;
después yo, también lobo, caí no sé en que lodos;
y entonces en cada uno de ellos tuve un hermano
y me acerqué a mirarlos; ¡y eran hombres todos! |
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