El movimiento modernista en Cuba surge espontáneo y natural. Logra alcanzar una aceptación popular aun antes de Azul... ver la imprenta. José Martí, en el destierro, rompe con los pedantes cánones del romanticismo y comienza a narrar sus inquietudes como nadie antes, o después, lo ha logrado. La repercusión de sus composiciones en la literatura hispanoamericana claramente se puede deducir al Rubén Darío y Manuel Gutiérrez Nájera llamarle “maestro”, bueno, en realidad, Rubén Darío le llamaba “padre”.

Dentro de la isla fue Julián del Casal, precursor también del movimiento, la máxima expresión. Decenas de prometedores vástagos brotaron en todo el territorio antes del fin del siglo. Matanzas, Las Villas, Camagüey, y Oriente se manifestaron en numerosas revistas y publicaciones de folletos y pequeños libros de poemas. En La Habana la familia Borrero, distinguida por el talento literario del padre y las hijas, facilitaban tertulias literarias a las que acudían los hermanos Uhrbach, Julián del Casal, y muchos más. Varias revistas circulaban y a las imprentas se les aplicaba lubricante en anticipación de lo que venía, cuando surgió la Guerra de Independencia.

La guerra terminó con todo aquello. Ya que el modernismo era una "revolución" al establecimiento, el sistema también le hizo la guerra. Los fieles a la corona trataron por todos los medios de callar los cantos de las almas. Y los modernistas, o bien se fueron a morir al campo de batalla, o a difundir sus sentimientos en el destierro.

Después de la guerra, hubo un nuevo renacer pero las más notables plumas del modernismo cubano ya no escribían para este mundo.

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Última Revisión: 1 de Enero del 2004	Todos los Derechos Reservados
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