No hay para mí, tornasoladas nubes
ni flor que el albo seno desabroche,
soy velando tres lápidas sombrías
la alondra que solloza por la noche.
No tiene abril colinas de azucenas
ni llanuras de rosas tiene mayo,
encorvada en el borde de tres tumbas
yo soy la encina herida por el rayo.
Ya no hay estrellas de oro, ni la luna
mallas de perlas sobre el agua vierte,
¡ay! entre tres sepulcros, de rodillas,
soy la cruz enlutada de la muerte.
Besé el laúd y lo arrojé en las ondas,
que templo para mí, y altar y palma
son las tres tumbas donde estáis dormidas
¡flores de mis entrañas y de mi alma!
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