¿No es delirio, Señor? Tú, el absoluto |
en belleza, poder, inteligencia; |
Tú, de quien es la perfección esencia |
y la felicidad santo atributo; |
Tú, a mí, que nazco y muero como el bruto, |
Tú, a mí, que el mal recibo por herencia, |
Tú, a mí, precario ser, cuya impotencia |
sólo estéril dolor tiene por fruto... |
¿Tú me buscas ¡oh Dios! Tú el amor mío |
te dignas aceptar como victoria |
ganada por tu amor a mi albedrío? |
¡Sí! no es delirio: que a la humilde escoria, |
digno es de tu supremo poderío |
hacer capaz de acrecentar tu gloria! |