| . . . Yo no sé si mis ojos ó mis manos |
| Encendieron la vida en tu retrato; |
| Nubes humanas, rayos sobrehumanos, |
| Todo tu Yó de emperador innato |
| . |
| . . . Amanece á mis ojos, en mis manos! |
| Por eso, toda en llamas, yo desato |
| Cabellos y alma para tu retrato, |
| Y me abro en flor!... Entonces, soberanos |
| . |
| . . . De la sombra y la luz, tus ojos graves |
| Dicen grandezas que yo sé y tú sabes... |
| Y te dejo morir... Queda en mis manos |
| . |
| . . . Una gran mancha lívida y sombría... |
| Y renaces en mi melancolía |
| Formado de astros frios y lejanos! |