| Tu vida viuda enjoyará aquel día... |
| En la gracia silvestre de la aldea |
| Era una llaga tu perfil arcano; |
| Insólito, alarmante sugería |
| El esmalte de espléndida presea |
| Sobre un pecho serrano. |
| . |
| Por boca de la abierta ventana suspiraba |
| Toda la huerta en flor, era por puro |
| Toda la aldea el cuarto asoleado; |
| ¿Recuerdas?... Sobre mí se proyectaba, |
| Más mortal que tu sombra sobre el muro, |
| Tu solemne tristeza de extraviado... |
| Tus manos alargadas de tenderse al Destino, |
| Todo palidecidas de amortajar quimeras, |
| Parecían tocarme de muy lejos... |
| Tus ojos eran un infinito camino |
| Y crecían las lunas nuevas a tus ojeras; |
| En solo un beso nos hicimos viejos... |
| . |
| -¡Oh beso!... flor de cuatro pétalos... dos de Ciencia |
| Y dos iluminados de inocencia... |
| El cáliz una sima embriagante y sombría.- |
| Por un milagro de melancolía, |
| Mármol o bronce me rompí en tu mano |
| Derramando mi espíritu, tal un pomo de esencia. |
| . |
| Tu vida viuda enjoyará aquel día... |
| Mi nostalgia ha pintado tu perfil wagneriano |
| Sobre el velo tremendo de la ausencia. |