| Aspid punzante de la envidia, Ave ! |
| Tu fustigas la calma que congela, |
| El rayo brota en la violencia, el ave |
| En paz se esponja y acosada vuela! |
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| Si hay en Luzbel emanación divina |
| En tí hay vislumbre de infernal nobleza, |
| Rampante, alada, la ambición fascina - |
| Y si tu instinto al lodazal se inclina |
| Reptil tú eres y tu ley es esa! |
| . |
| Mírame mucho que mi mente inflamas |
| Con la luz fiera de tus ojos crueles... |
| ¡Ah si vieras cual lucen tus escamas |
| En el tronco vivaz de mis laureles! |
| . |
| Gozaste el día que abismé mis galas, |
| Cóndor herido renegando el vuelo; |
| Hoy concluye tu triunfo, hay en las alas |
| Fatalidad que las impulsa al cielo! |
| . |
| Si de mis cantos al gran haz sonoro |
| Tu cinta anudas de azabache fiero, |
| Sabio te sé: de mi auroral tesoro |
| Lo que dejas caer yo no lo quiero! |
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| Esa cinta sombría es la Victoria... |
| Cuando describes tu ondulado rastro |
| Por todos los senderos de la gloria |
| Muerdes sombras de ala, luces de astro. |
| . |
| Forja en la noche de tu vida impía |
| Cruces soñadas á mi blanca musa, |
| !Si ha de vivir hasta cegar un día |
| Tus siniestras pupilas de Medusa! |
| . |
| No huyas, no, te quiero, así, á mi lado |
| Hasta la muerte, y más allá: ¿ te asombra ? |
| Seguido la experiencia me ha enseñado |
| Que la sombra da luz y la luz sombra... |
| . |
| Y estrecha y muerde en el furor ingente; |
| Flor de una aciaga Flora esclarecida, |
| Quiero mostrarme al porvenir de frente, |
| Con el blasón supremo de tu diente |
| En los pétalos todos de mi vida! |