Entre las aves del monte,
ídolo que ardiente adoro,
brilla más el tocoloro,
canta mejor el sinsonte.
Dos monteros te adoramos,
linda flor de Canasí,
dos esperamos tu sí
Y esperándolo penamos.
Mientras el sí no gozamos
que hasta el cielo nos remonte,
a escuchar, mi amor, disponte
la idea que concebí
de mi rival y de mí
entre las aves del monte.
Una tarde en mi rosillo,
que mi tristeza remeda,
me entré por una arboleda,
donde perdióseme el trillo.
En un alto caimitillo
vi que cantaban a coro
un sinsonte, un tocoloro-
y en mi rival cavilé,
y de este modo exclamé,
ídolo que ardiente adoro.
Aunque la gracia me sobre
y aunque no tengo mal pico,
él es tocoloro rico
y yo soy sinsonte pobre.
¿Quién hay que paciencia cobre,
muerto de amor, y sin oro?
¿Quién no se deshace en lloro
al ver, al considerar,
que aunque no sabe cantar
brilla más el tocoloro?
Mas yo espero, linda flor,
linda flor de Canasí,
que tú buscarás en mi
no dinero, sino amor.
Mi esperanza no es error,
y aunque el tocoloro apronte
su pluma, que alegra el monte,
tendrás su canto por ronco,
pues siempre y en cualquier tronco
canta mejor el sinsonte.
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