Damisela Poesía XLVI - Vierte, corazón, tu pena - en los Versos Sencillos por José Martí.

José Martí - Versos Sencillos - Vierte, corazón, tu pena. Bandera de Cuba.

Versos Sencillos
 Yo soy un hombre sincero
 Yo sé de Egipto y Nigricia,
 Odio la máscara y vicio
 Yo visitaré anhelante
 Si ves un monte de espumas,
 Si quieren que de este mundo
 Para Aragón, en España,
 Yo tengo un amigo muerto
 Quiero, a la sombra de un ala,
 El alma trémula y sola
 Yo tengo un paje muy fiel
 En el bote iba remando
 Por donde abunda la malva
 Yo no puedo olvidar nunca
 Vino el médico amarillo
 En el alféizar calado
 Es rubia: el cabello suelto
 El alfiler de Eva loca
 Por tus ojos encendidos
 Mi amor del aire se azora;
 Ayer la vi en el salón
 Estoy en el baile extraño
 Yo quiero salir del mundo
 Sé de un pintor atrevido
 Yo pienso, cuando me alegro
 Yo que vivo, aunque me he muerto,
 El enemigo brutal
 Por la tumba del cortijo
 La imagen del rey, por ley,
 El rayo surca, sangriento,
 Para modelo de un dios
 En el negro callejón
 De mi desdicha espantosa
 ¡Penas! ¿Quién osa decir
 ¿Qué importa que tu puñal
 Ya sé: de carne se puede
 Aquí está el pecho, mujer,
 ¿Del tirano? Del tirano
 Cultivo una rosa blanca,
 Pinta mi amigo el pintor
 Cuando me vino el honor
 En el extraño bazar
 Mucho, señora, daría
 Tiene el leopardo un abrigo
 Sueño con claustros de mármol
 Vierte, corazón, tu pena


José Martí
Versos Sencillos
Poesía XLVI



Vierte, corazón, tu pena
Donde no te llegue a ver,
Por soberbia, y por no ser
Motivo de pena ajena.

Yo te quiero, verso amigo,
Porque cuando siento el pecho
Ya muy cargado y deshecho,
Parto la carga contigo.

Tú me sufres, tú aposentas
En tu regazo amorosa,
Todo mi amor doloroso,
Todas mis ansias y afrentas.

Tú, porque yo pueda en calma
Amar y hacer bien, consientes
En enturbiar tus corrientes
Con cuanto me agobia el alma.

Tú, porque yo cruce fiero
La tierra, y sin odio, y puro,
Te arrastras, pálido y duro,
Mi amoroso compañero.

Mi vida así se encamina
Al cielo limpia y serena,
Y tú me cargas mi pena
Con tu paciencia divina.

Y porque mi cruel costumbre
De echarme en ti te desvía
De tu dichosa armonía
Y natural mansedumbre;

Porque mis penas arrojo
Sobre tu seno, y lo azotan,
Y tu corriente alborotan,
Y acá lívido, allá rojo,

Blanco allá como la muerte,
Ora arremetes y ruges,
Ora con el peso crujes
De un dolor más que tú fuerte,

¿Habré, como me aconseja
Un corazón mal nacido,
De dejar en el olvido
A aquel que nunca me deja?

¡Verso, nos hablan de un Dios
Adonde van los difuntos:
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos!





José Martí
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Última Revisión: 1 de Septiembre del 2007
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